La calidad del servicio eléctrico es esencial para el bienestar y desarrollo humano. Además, cada día, un servicio de calidad se vuelve más importante para garantizar la competitividad económica de los países de América Latina y el Caribe (ALC), en medio del avance de la nueva industria 4.0 que aparece con la digitalización.
Según el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP por sus siglas), desde el punto de vista de la población general, uno de cada tres ciudadanos en ALC no está satisfecha con la calidad del servicio prestado por las empresas distribuidoras de electricidad. A pesar de haber una heterogeneidad significativa entre diferentes empresas, las interrupciones del suministro aparecen como un reto a afrontar en la mayoría de ellas.
La calidad del suministro eléctrico depende de un buen funcionamiento y coordinación de toda la cadena del sistema eléctrico: generación, transmisión y distribución. Las distribuidoras todavía son las encargadas del suministro de la electricidad a los consumidores finales mediante una infraestructura de redes de bajo voltaje y alto voltaje. Debido a los altos costes de inversión inicial necesario en infraestructura, esta actividad se caracteriza por presentar economías de escala que motivan la existencia de una sola empresa distribuidora en un territorio local. Esto implica que, para cada área geográfica, la prestación del servicio de distribución generalmente está a cargo de una sola empresa, configurándose en un monopolio natural en cada zona.
Por lo tanto, la regulación juega un papel importante en la promoción de un servicio eléctrico de mejor calidad. Sin embargo, en la práctica, las asimetrías de información tienden a afectar la efectividad de los reguladores. En paralelo, la ausencia de información confiable y comparable dificulta las evaluaciones de impacto de los diferentes tipos de regulación entre diferentes países en situaciones similares.
De este modo, el estudio del BID presenta evidencias de la efectividad de la regulación sobre la calidad del suministro de energía eléctrica en países de ALC; Entre el 2000 y el 2019, se observaron mejoras en la continuidad del suministro eléctrico en los países de ALC ). A partir de una muestra de 143 distribuidoras eléctricas, se estimó que la duración media de las interrupciones por cliente / año (SAIDI) ha disminuido en un 40% y la frecuencia media de las interrupciones por cliente / año (SAIFI) en un 45%. Durante este mismo período, varios países adoptaron instrumentos regulatorios para medir indicadores de calidad, y establecer estándares mínimos o estímulos para reducir las interrupciones en el suministro de energía eléctrica.
Para entender la relación entre la mejora del indicador con las medidas regulatorias, el estudio del BID aplicó un modelo econométrico utilizando los datos públicos disponibles de los reguladores y empresas de cada país para analizar el impacto de la regulación de calidad sobre los indicadores SAIDI, SAIFI y equivalentes, además de la influencia de otras características de las empresas de distribución sobre dichos indicadores. El análisis fue realizado en sólo nueve países de la región debido a la indisponibilidad de datos para los demás: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá, Perú y República Dominicana. Los resultados son consistentes con lo expresado anteriormente: tener instrumentos regulatorios eficaces mejoran la calidad del suministro.
Utilizando estos datos de SAIDI y SAIFI, las estimaciones muestran que la regulación de calidad tuvo un efecto beneficioso en la reducción de la duración y la frecuencia promedio de las interrupciones por cliente en las empresas evaluadas de la muestra; y que esa mejoría tiende a aumentar a lo largo del tiempo. La publicación de los indicadores de continuidad del suministro de energía eléctrica de las empresas de distribución en el sitio del regulador de forma transparente también parece contribuir a la mejoría del indicador SAIDI de las empresas. Es importante destacar que, mirando las estadísticas descriptivas, las empresas públicas tienen en promedio un SAIDI y SAIFI más altos, pero la dispersión de estos indicadores es mayor en empresas privadas, contando estas últimas responsables con los peores indicadores performance de la muestra. Por lo tanto, la comparación entre empresas públicas y privadas en términos de rendimiento en la continuidad del suministro no es conclusiva.
No obstante, el estudio nos permite levantar otras cuestiones sobre el tipo de regulación de calidad y la necesidad de hacer más estudios de impacto regulatorios para poder avanzar más rápido y con mejores prácticas. Sería además interesante evaluar en las estimaciones del modelo otras variables como, por ejemplo: clima, presencia de redes subterráneas, existencia de la figura de un comercializador, pérdidas, ingreso de la población, y la diferencia entre regiones urbanas y rurales. En efecto, el análisis del impacto de esas variables sobre el SAIDI y SAIFI de las empresas sería interesante para evaluar la relación entre las cuestiones climáticas y socioeconómicas, con la calidad de la continuidad del suministro de energía eléctrica. Estudios de este tipo ayudarían a verificar si es importante incluir instrumentos en la regulación de calidad que permitan disminuir tales efectos y desigualdades regionales
Por fin, los resultados del estudio del BID apuntan a la importancia de la regulación sobre la calidad de servicio eléctrico implementada en los países de ALC. Sin embargo, hay límites en la promoción de la calidad de los servicios. Hay siempre cálculos estratégicos de los agentes regulados y situaciones complejas de economía política, principalmente cuando involucran empresas públicas. Los incentivos a la inversión en digitalización y otras nuevas tecnologías, pueden ser mecanismos complementarios para conseguir mejoras sostenibles y duraderas de la calidad del servicio.
El estudio completo puede se encuentra disponible en el sitio web de publicaciones del BID.